POR JOAQUIN HURTADO PEREZ
Estaba yo muy a gusto ofreciendo condones en el pasaje Morelos dentro de la concentración de mujeres contra la violencia. Poca gente se arrimaba. Llegó una señora madura y me extendió la mano: -¿No me reconoces, verdad?- Le respondí que francamente no sabía quién es. Me explicó: -yo quería ser activista contra el sida y hace como treinta años fui a tu oficina, iba bien jodida por una fractura reciente, tú me recibiste y la primera tarea que me asignaste fue ¡barrer y trapear!, te mandé mucho a la chingada, por tu culpa no me hice activista. -Bueno, pero aún hay tiempo, anda, ven, ayúdame a ofrecer condones a la gente.- La supuesta activista fracasada se puso a gritar para atraer a chicos y grandes, logró en unos minutos que cien condones se fueron volando para beneficio de la gente. La doña es, efectivamente, una activista innata.