A pesar de tanto muerto
no nos acostumbramos a la muerte,
si bien, aceptémoslo,
algo de muerte hay
en este acostumbrarnos a la vida,
a esta vida donde la tanta, tanta muerte
parece manda. Que no nos rija, digo, tanta muerte,
que el centro del amor diga lo suyo y oscurezca,
de hecho abrume
a los que de la vida han hecho muerte, muerte, muerte.
Que su victoria, de ellos, de la muerte,
no pase de trofeo basuriento
que el carretón se lleva. Tanto muerto lo exige,
nos pide –no de favor y menos de rodillas–
que conciencia de amor dirija nuestros pasos
y la mejor estrella guíe nuestra vida
hacia la vida que ahora bajo tierra
es semilla de vida, de la Vida
de todos esos muertos –y de nosotros mismos.
RICARDO YAÑEZ
POETA DE LA CDMX