POR JOAQUIN HURTADO
El Amor despierta a las dos treinta de la madrugada,
suavemente abre el cajón de la mesita de noche y:
-¡No hay Tafil! Corazón, despierta, ¿has visto mi Tafil?
-Mira la hora, mi Amor, yo no uso tu Tafil, tengo mota.
-Sólo el Tafil me ayuda a conciliar el sueño, calmar la
ansiedad, detener el tropel de imágenes recurrentes.
-No pongas Netflix, mejor vamos a platicar, cuenta…
-Promete que mañana conseguiremos Tafil, con sólo
saber que lo tengo en mi mesita de noche…eso me tranquiliza mucho, ¿seré adicta o qué? Loca no estoy.
-Mañana conseguiremos Tafil con uno de mis amigos médicos, hablaré con ellos para que te firmen la receta, tranquila, Amor, ¿ya te dormiste? Amor, Amor…
El Amor se durmió con sólo oír la promesa de su Tafil.