POR SAUL ESCOBEDO
Los peatones hemos perdido terreno, ya seamos niños, ancianos, personas con retos de movilidad o con debilidad visual. Caminar es un deporte extremo. Se justifica todo tipo de (literal) atropellos por parte de los automovilistas y eso nos quita libertades. Todo responde a una lógica de consumo que se transforma en políticas públicas. Los dueños de los negocios relacionados con la industria automotriz ponen a los políticos y ellos impulsan y dan dinero sólo a proyectos que respondan al modelo de negocios. Los peatones estamos subrepresentados también en los medios, que nos martillan la superioridad de quienes poseen un auto y la inferioridad de quienes no lo tienen, llegando al absurdo de que estos últimos se sientan realmente inferiores y acepten con resignación la pérdida de espacios y libertades.
Conozco de lo que hablo como peatón y como conductor de automóvil. Tengo mi licencia vigente y conduzco con frecuencia, también por trabajo y por necesidad. He conducido aquí y en EEUU, en California, donde las leyes son las más estrictas de todo el país vecino. Pasé los tests para sacar la licencia con calificaciones inusualmente buenas aún para los que nacieron y crecieron allá. Conozco el reglamento de tránsito porque yo hice el diseño gráfico del primer reglamento de tránsito homologado del Área Metropolitana de Monterrey y para ello me lo aprendí completo. No satanizo a los conductores. Sólo exijo que sean responsables y que las autoridades cumplan con su deber, lo cual ni uno ni el otro hace.