ROBERTO GUILLEN
@Periodistta
Sus verdades suenan como un seco pistoletazo en los tímpanos de la sordera gubernamental. Dialogar con el Comandante Rubén Del Muro es presenciar el reclamo solidario que un Policía hace por su gremio.Que ha pasado por todos los peligros de ser policía y que su buena estrella ahora lo tiene saboreando unos deliciosos taquitos en La Casa de los Abuelos, donde nos hemos encontrado para constatar que nos encontramos con alguien que nos ha inspirado bautizarlo como El Policía del Pueblo. Que anteriormente nos hizo llegar un video donde lo entrevistan los colegas Juan José Coello y Paco Peña, donde el sentido común y la experiencia directa de ser policía lo conducen a disparar crudas verdades como eso de que “nosotros los policías somos el espejo empañado de cualquier administración…¡No sean cabrones! Páguenle bien al policia”. Con eso de que solemos ver a los uniformados comiendo papitas y una coca cola, todos asoleados y flotando en una nube de autismo. Con eso de que algunos lucen sus desgastados uniformes que te hacen decir, pobres, a la mejor ni balas traen sus pistolas, a la mejor esas pistolitas son de agua. Y no es gratuito que cuando llegan los europeos a la terapia del surrealismo mexicano, encuentran en sus policías la catártica broma que nunca pudieron encontrar en las europas. Cuantas veces, en mi caso, me he observado arrobado por esas figurillas mosquedas que suelen vigilar las salas de un museo, y cuantas veces los he encontrado como un islote surrealista, mucho más interesante que la obra del artista en exhibición.El abandono de ser policía es una llaga que solamente el Comandante Del Muro puede comprender en su más profunda dimensión. Es un abandono que los politicastros soslayan. Que la sociedad en su conjunto debería reparar y escuchar la pregunta del comandante Del Muro: …Y dónde están mis hermanos policías? Allá en la fomerrey 4500 sobreviviendo en un tejaban de lámina y a la intemperie del crimen organizado…