POR RAÚL A. RUBIO CANO
Don Alberto Santos, unos de nuestros empresarios claves en el desarrollo del Nuevo León productivo (que existió hasta antes de que llegaran los bárbaros de las políticas Neoliberales y sus rapacidades), a mediados del siglo pasado, tuvo la visión humana y técnica para construir una “Ciudad Jardín” (colonia del Valle) en San Pedro Garza García, con dos grandes ejes viales o Calzadas, San Pedro y Valle, ofreciendo extensas áreas verdes, verdaderos pulmones urbanos para su tiempo a quienes fueron habitando esa colonia y, elevando la zona al plano conurbado con el área metropolitana de Monterrey, al conectar tal sitio, mediante el puente de la colonia Miravalle. Así, la colonia Del Valle, lejos de estar aislada de nuestra metrópoli, fue un punto articulado desde su inicial conformación urbana y, teniendo en el extremo poniente de la Calzada del Valle, la sede de la Junta de Residentes de la Colonia del Valle, Asociación Civil; un organismo ciudadano, creado desde el año 1957, como lo señala documento titulado “Acta Constitutiva con Poder” del año 2007, cuando fue presidenta de dicha asociación vecinal, la señora Amelia M. de González Toscano, mejor conocida como la señora Amely, y quedando tal sitio, dentro del proceso de conurbación metropolitano, según información del Consejo Estatal del Transporte (CET) del año 2000, lo cual hace que se conciba esa sede de los vecinos -por su ubicación- en un lugar donde sólo el Estado de Nuevo León puede autorizar su intervención de cualquier persona o institución y además, siendo un sitio que el mismo Alberto Santos extendió gustosamente para su uso como sede de la Junta de Resientes de la mencionada colonia. Así las cosas, el alcalde Mauricio Fernández, no tiene ningún argumento fundado y motivado para intervenir en ese sitio y mucho menos, para su destrucción, como lo hizo el pasado lunes; es más, toda obra pública municipal debe ser resultante del Plan de Desarrollo de esa entidad y con presupuesto autorizado por Cabildo y además, de contar con los permisos correspondientes de construcción de obra, impacto ambiental y conurbación respectiva; pero resulta, que en la zona que hoy pelean al municipio los vecinos, se observa solamente un comunicado en material ahulado para dar la razón de ser de tal intervención contra la Casa de Juntas de los Vecinos de la Del Valle; pero, la información municipal que se expone, no indica número de expediente del Municipio y otros datos, lo cual pone en evidencia las acciones fraudulentas para el accionar municipal contra ese sitio “Catedral” de la lucha ciudadana por mejores condiciones de vida de los sampetrinos. Todo señal, que se ha cometido un vil crimen urbano, tal vez en la desesperación por los últimos acontecimientos, Mauricio Fernández, esté muy preocupado -por lo que implica el arribo del Peje a la Presidencia – y de que los sampetrinos no se quedarán esperando la construcción de los Museos de Mauricio en áreas verdes que son de todos, por eso, ese alcalde busca sembrar el terror ¡Órale! raurubio@gmail.com