ROBERTO GUILLEN
La primera vez que fui a ver al Gilberto Lozano en un pitorreo de conferencia que se aventó en el Hotel Monterrey, me cagué de la risa: fue algo asÍ como la onamatopeya de un tonificante desmadre. Sinceramente no esperaba descargar tan lindas carcajadas. Y como sucede cuando termino de ver un filme, o de leer un libro o de conversar con una persona, me gusta caminar sin rumbo y elucubrar para que se abra el misterio de los horizontes, de las luminosas reminiscencias, de los tesoros ocultos en la nostalgia, de las evocaciones inesperadas, tan materia prima de nosotros, los que nos da por escribir. La resultante: el manÍaco de Gilberto Lozano es una mixtura de David Koresh y Polo Polo. Es un predicador lépero que conecta con sus rabiosos doctrinarios porque les habla al chile pelón. Para pegar el chicle nada más mágico que una mexicanísIma mentada de madre.Pero conforme pasan los años, los meses, los días y las horas, la monocordia de la supuesta mascota del Diablo Fernández, se ha tornado y transtornado más vanenosa. Su discurso se reduce a excretar y propagar un odio a López Obrador. Mi admirada Sabina Berman (ooh… Sabina) afirma que ese es el alfa y el omega de los loquitos viscosos que integran el mentado Frena: odiar a López Obrador. No hay más. La ridícula secta del claxon es una horda famélica de civismo que no tiene empacho en salir de caravana mostrando en sus vehículos de lujo, un despolitizado y triste infantilismo que se traduce en otra versión de esa calamidad que llaman los mirreyes, tan retratados fielmente por el el colega Ricardo Raphaél, en su obra el Myrreinato. En plena pandemia, cuando la moribundez chorrea por los hospitales de la Suave Patria, los viscosos loquitos de Gilbertte Gussano se dan vuelo como la ridícula secta del claxon. Si alguien conoce una costurera, o la persona que le hizo ese monillo al Dr de la O, díganle que necesito uno, pero de Gilbertte Gussano, que ya me urge teatralizar y divertirme con esa mixtura de Polo Polo y David Koresh…Jaaa!