ROBERTO GUILLEN
Como el hallazgo de un tesoro inesperado, sorprendente y revelador, así nos ha parecido Colosio, Historia de un Crimen, la serie que produjo la plataforma Netflix, hoy convertida en la marquesina mundial de rigor para intelegir nuestro tiempo y degustar el cine del siglo XXI.
Una vez que termina el último episodio, nos queda el buqué de haber presenciado los tejes y manejes de una empresa criminal, disfrazada con los ropajes institucionalescos de eso que llaman “Gobierno de México”. Celebro el sutil malandrinaje con que sus guionistas (Andrés Burgos y Rodrigo Santos) barnizan a los Animales del Poder. El personaje que encarna al Padrino Salinas es un soberbio retrato de quien lleva tatuado en su rostro una masonería de la simulación…incluido eso que llaman el crimen perfecto. Sí, una vez que terminas de ver el último episodio , terminas musitando algo así como, no cabe duda que a Colosio lo mató la Sensibilidad Humana, una Sensibilidad que insulta a los Animales del Poder. Que los pone nerviosos y de mal humor. Que los transtorna para jalar el gatillo. Celebro la inusitada valentía de los realizadores del filme (Hiromi Kanata y Natalia Beristain), que retrata la singular biografía de una poderosa familia política, donde sus protagonistas son sutil y filmo- encantadoramente malandrinizados. Todos ellos hambrientos por jalar los hilos del Poder. Consumidos por la sombra macabra de la Ambición. Personajes aúlicos y ausentes de un Ideal. Para ellos todo es Instrumento y Simulación. Prohibido Sentir. Hasta que se pudre el negocio y el gatillo del pistolero se sale de control. Soberbia la escena fúnebre del funeral donde se dejan ver los Animales del Poder para despedir a Ruiz Massieu. En el ambiente flota la peste de un zopilotaje, como recordando las primeras líneas que se escribe Tolstoi en la Muerte de Ivan Ilich. El asesinato como la rúbrica y el pedigree de todo Animal de Poder.
Me quedo con la soberbia escena donde Diana Laura, envuelta en la tragedia de su viudez, y a través de sus gafas oscuras, contempla a los Animales del Animales, escenificando con mayestático cinismo, el funeral de Luis Donaldo Colosio:
“Esto es una pesadilla, Luis. No entiendo por qué arman todo esto. Ni muerto lo dejan descansar. Míralos, todos formaditos para tomarse la foto, lavándose las manos y posando con su mejor cara de dolor, pero solo piensan en qué provecho le pueden sacar a Luis Donaldo. Salinas va a conservar el Poder. Su hermano va a conservar sus influencias. Camacho va a poder ser candidato, como quería. Cordova Montoya seguirá ahí, el mandamás a la sombra. Todo esto está podrido. El partido está podrido. Ya puedo verlos…en sus argumentos, pero fueron ellos, fue alguno de ellos.
No se qué estoy haciendo aquí. Quiero estar con mis niños.”