ROBERTO GUILLEN
Y la Sensibilidad también mueve montañas… que cuando escuchaba hablar de eso que llaman la Sociedad Protectora de Animales me resultaba algo tan ordinario y anodino como escuchar de Los Distinguidos Socios del Club de Leones, o Los Caballeros Emprendedores del Club Rotarios, o el Venerable Maestro de la Venerable Logia del Más Allá.
Francamente nunca me transmitía nada, nunca me pellizcó ni la más diminuta fibra de sensibilidad en cuanto al cuidado de los animales.
Inclusive hay quienes han presentado iniciativas ante el Congreso del Estado para el cuidado de los mismos, y después todo lo que vemos es que se toman una foto con su mascota de miel y ya.
Pero cuando conversé con la señora Silvia Navarro, por fin me cayó el 20 de lo que es tener amor y un real cuidado por los animales. De lo que significa ser una auténtica rescatista que atraviesa su tiempo, su dinero y su misma valentía, cuando literalmente se trata de rescatar a un perrito que esta en manos de un miserable inconsciente. Que no lo hace para llenarse la vanidad con una millonada de likes, ni mucho menos para conseguir simpatías que se traduzcan en votos y continuar medrando como los chapulines de la polaka. Nou. Nou. Nou…
Esa tardecina de lunes ya me esperaba en la oficina gubernamental donde se desempeña como secretaria. Me platicó que desde chiquita sintió un amor por los animalitos, por lo que a sus 62 años, ya tiene como unos cincuenta años dedicada al cuidado de los perritos que sufren el abandono y las concomitantes enfermedades de habitar en la calle.
Son tantos los animalitos varios que ha auxiliado a través de su vida, que los casos emergen a borbotones de su memoria. Y al recordar el dolor y el estado de sufrimiento en que encontró a las criaturas, unos lagrimones ruedan por su rostro, sin importar que a su lado otros dos compañeros también ocupan la oficina. Doña Silvia se encabrona cuando la gente le manda por el whatsap una foto de equis animalito que se encuentra abandonado en equis lugar.
«La gente cree que con mandarme una foto ya hicieron mucho…cuando yo gano poco en esta oficina y a veces los cuidados de los animales cuestan mucho», comenta con un dejo de impotencia y tristeza.
Sus lágrimas son algo así como un reclamo a la indiferencia de la humanidad. Sus lágrimas como las interrogantes de la misma Sensibilidad Humana: ¿Por qué me han dejado sola? ¿Por qué no sienten lo mismo que yo? ¿Por qué la especie humana es tan fría y desalmada con los animalitos?
Sus lágrimas evocando aquel hospital de perros callejeros que la fundación Carlos Slim instituyó en el Estado de México. Le digo que su esfuerzo no va a quedar en el olvido,que cuenta con la pluma de este periodista iconoclasta