POR ROBERTO GUILLEN
Queridos lectores, no cabe duda que la tragedia de los desaparecidos continua agigantándose, ante la sordera institucional de Peña Nieto y sus compinches. Pero esta batalla se ha tornado global, sí, en una crisis humanitaria de proporciones globales. Mientras que por las ciudades europeas una exhibición de zapatos y otros objetos de personas desaparecidas dan cuenta del hecho, en días pasados una canciller venezolana le espetó en la cara al funcionario Videgaray las cifras de terror que significan los miles y miles de desaparecidos en México.
Y a esto se le suma que la ONU ha instituido el Día Internacional del Desaparecido, que en días pasados tuvimos la oportunidad de presenciar en Monterrey, donde la activista Leticia Hidalgo, quien sufrió la desaparición de su hijo, encabeza la lucha por denunciar a un estado que se ha convertido en el tercero, en cuanto a desapariciones forzadas, con un estimado de tres mil desapariciones .
Mientras que en el estado de Jalisco ya les cayó el 20 y acaban de instrumentar una fiscalía especial para atender estos casos, en Nuevo León, Leticia Hidalgo se ha estrellado con la cerrazón y el tortuguismo de un inmovilismo siniestro.
Imagínese, un día Leticia se fue a un predio del municipio García, Nuevo León, en compañía del Padre Solalinde y otros activistas, donde se encontraron unas fosas clandestinas.
Pues nos ha informado que se tienen registrados unos 150 mil fragmentos de restos óseos, pero a la fecha sólo se han analizado 250.
La activista ya les dijo a los funcionarios del Bronco, si no pueden, yo les consigo unas antropólogas y nos ponemos a trabajar.
Pero no, persiste un tortuguismo siniestro…