POR DANIEL BUTRUILLE
La descomposición del entorno político se acentúa día a día y pocos son las señales de una posible recomposición. Esta descomposición es resultado de la ausencia de autoridad de los poderes de la nación, a consecuencia de la corrupción, a consecuencia de la impunidad, a consecuencia de la ausencia total de estado de derecho y a consecuencia de la apatía ciudadana. Cuatro elementos que una vez conjugados, representan un peligro serio sobre la viabilidad del proyecto de nación de México. Corrupción de las elites en el poder ejecutivo con la complicidad del poder legislativo y de su capacidad de auditoría, sin deseo de rendición de cuentas, y la benevolencia del poder judicial en el renglón de impunidad. Ausencia del estado de derecho por una Suprema Corte de Justicia de la Nación moldeada por criterios políticos y de complicidad y no por criterios jurídicos. La Justicia al servicio de los otros dos poderes. Al mejor postor. Constante y sonante. Apatía ciudadana, consecuencia de tantos atropellos y del desinterés que está suscitando entre electores que no van a votar, entre ciudadanos que no entienden lo que significa participación ciudadana y entre masas manipuladas por programas asistencialistas que parecen más condicionamiento social que solidaridad del gobierno hacía los necesitados. Esta descomposición resultará en julio del 2018 en un poder ejecutivo electo con apenas el 20% del electorado (si bien nos va) y que pretenderá gobernar con legitimidad, respaldado por un poder legislativo del cual el 40% no habrá sido electo, sino designado por unos partidos políticos irresponsables y avorazados. Hay que rediseñar el sistema político del país. No el sistema de gobernanza, como lo pretende el Frente que sea Amplio o Democrático o Ciudadano, en su última versión, sino un sistema que vuelva a poner la política, no la politiquería, el bien común, el bienestar de las familias, el equilibrio económico, la justicia social, en medio del debate. La política mexicana es solamente electorera, porque permitimos que los políticos solamente se interesen en el botín que representa la administración de un presupuesto de 5 billones de pesos. No el bienestar de las familias, no el bien común, no la justicia social, no el equilibrio económico, negado por el neoliberalismo que nos destruye hace ya más de 25 años, enriqueciendo sin límites a los más ricos y condenando sin esperanza a los más pobres. México merece más que su sistema político y sus pobres políticos. México merece más que el PRIANRD, el Bronco y los sindicatos podridos, asesinos y ladrones. México merece justicia social, progreso económico correspondiente a la bonanza de su tierra y no estancamiento económico correspondiente a políticos ineptos. (¿Cómo es esto que la inflación está al nivel de hace 16 años? ¿No hemos aprendido nada?). México merece todo lo anterior, siempre y cuando sea capaz de movilizarse para correr a los pillos que nos gobiernan. Nos gobiernan porque lo permitimos. ¿Hasta cuándo? ¿Quién lanza el grito de movilización? butruilled@hotmail.com