ROBERTO GUILLEN
Pues vuelven las soberbias noches de Casa Musa, donde les caracteriza el profesionalismo y el cuidado de exhibir el mejor teatro en Monterrey, como lo fue la puesta de anoche, Bubble Gum, a cargo de la Compañía de Teatro Detestable, que dirige el saltillense Arnulfo Reveles, quien nos ofrece la ingeniosa parquedad de un escenario, que bien podríamos denominar como la Nave de la Nada. No hay colores. Tan solo utensilios para suicidarse: un juego de sogas y los escalones que se requieren para quedar colgado con las patas en el aire. El montaje inicia con una destreza estética de los cuerpos, como un misterioso intro dacístico de Ramirez (Ariadna Cigarroa) e Iracheta (Gilberto Acevedo), los dos escolares que se encuentran en el No- Lugar, en la Nave de la Nada, donde el joven dialoga con la muerta que se ha suicidado por el desprecio social, porque es prieta, porque es pobre, porque no tiene vida sexual.Antes de la misma verbalización, ya asistimos al impromtum del teatro como una eterna y laberíntica búsqueda.Ambos escenifican con sus cuerpos una metafÍsica de jeroglíficos que describen la complejidad humana y a la vez la sociedad del Bubble Gum en tiempos del Facebook. Sí, los amorosos del facebook se laikean. Los amorosos del facebook se bloquean. Los amorosos del facebook han perdido toda conexión espiritual con el poeta Sabines. Se han extraviado en las tripas de la virtualidad.
Allá, en la Nave de la Nada, donde no hay colores, ellos desfallecen en el páramo de Bubble Gum:
Si la Felicidad no existe, entonces hay que inventarla.