ALBA Y OCASO: ESPEJO DE LUZ EN EL DESIERTO.
La muestra fotográfica de Tony Cárdenas, fotógrafo regiomontano, nos muestra una faceta del desierto poco conocida para la mayor parte de los regiomontanos. La vida y los colores son el eje gravitatorio del universo retratado por Cárdenas, quien semana a semana recorre el desierto de Mina y zonas aledañas para desentrañar aquellas postales celosamente guardadas en la inmensidad del desierto. Para Tony, el desierto, lejos de las carencias, es una oportunidad para mostrar sus encantos y como aquellos sabios de la prehistoria posee la llave para abrir las puertas de un mundo de luz y de colores. Lejos de todo y cerca de nada, en sus largas caminatas, este artista de la lente ha sucumbido al encantamiento del desierto, de hecho en sus fotos conjuga el tiempo y el espacio, siendo portador de esa sabiduría milenaria, perdida luego de la extinción los antiguos naturales. Amaneceres, que presagian esperanza, atardeceres, que lejos de la agonía, marcan el comienzo de nuevas etapas. Amaneceres, que presagian esperanza, atardeceres, que lejos de la agonía, marcan el comienzo de nuevas etapas. Alba y ocaso son parte del misticismo que Cárdenas ha captado en sus imágenes. El desierto en imágenes se asemeja a una especie de laberinto, una elipse colorida donde los senderos conducen al encuentro de un espacio ritual, escondido, celosamente custodiado por las almas de aquellos que hace miles de años deambularon y que dejaron su huella en la roca. Estar en medio del desierto, ver sus colores, percibir su aroma son parte de la inspiración de Tony, son elementos que se conjugan y que se convierten en imágenes instantáneas de un territorio en donde nada es al azar y todo tiene una razón. Contrario a conocimiento general, el desierto es una ventana de oportunidad para mostrar los colores de las flores, plantas y de esos oasis de vida que más que nunca no son lejanos y menos ajenos. Gracias a Tony Cárdenas las postales del desierto son nuestras; el sin proponérselo se ha constituido en parte del desierto, una especie de portavoz, heraldo de lo nuevo y lo desconocido. Emprender esas jornadas en el desierto, recorrer ese, un camino largo por senderos al asecho de la imagen, más que tortuosas, son una filosofía de vida para un artista que ha hecho del desierto su fuente de inspiración. Para apreciar la belleza del desierto no basta una sola mirada hay que observar con los ojos del alma y ese es el mérito de Tony, el observar y captar nítidamente los paisajes de ese territorio tan ajeno a la jungla de asfalto. Para entrar a este mundo hay que tener una llave, un pasaporte imaginario cuyo requisito es la sensibilidad y que a Tony le fue otorgada por los guardianes del desierto, los autores de las voces del silencio.
Lorenzo Encinas
PERIODISTA
- La obra de Tony Cárdenas actualmente se encuentra en exhibición, en las instalaciones de la Faucltad de Artes Visuales, UANL