ROBERTO GUILLEN
“ Afortunadamente…a tooooda madre, tengo resueltos mis pedos económicos por los próximos tres meses”, le respondo a la preciosa Enna Mackay , cuando me pregunta que como me la estoy pasando en esta involuntaria sabática cuarentena ociosa. Y afortunadamente a unas cuantas cuadras de mi cantón hay un cajero del Banregio, de tal manera que si me falta el cash, cruzo por el precioso Rio La Silla, evocando las palabrinas de mi amado Balzac: “Me he paseado por el mundo como quien camina por una mansión que le pertenece”.Ahhhh, el escenario de la floresta con su respectivo arroyuelo y garzas blanquisimas acariciando las pupilas de un outsider que se adorna con las palabras dostoyevskianas que se ha bebido en las novelas del gran Fiodor: “me encuentro por encima de todos estos absurdos empujones del destino”. Que cuando abraza los hermosos sabinos centenarios, un no-se-qué del más allá le hace decir cositas como: No se requieren biblias, mahomas ni otros budas para honrar la sublime Belleza de los árboles,los niños, el viento y las ranas. Afortunadamente a unos cuantos metros dispongo de una maravilla de comerciante que me aparece las cervezas como si fuera el mago Merlìn. Porque es preciso confesarles que yo creo y adoro la singular Alegría que nos produce el Dios Baco, o si ustedes prefieren, Dionisio. Creo en el numen de la Cerveza, como una prueba fehaciente de que si existen los Dioses. Y en ese sentido el artilugio cósmico se transfigura en una espumosa cerveza en mi copa cervecera, que cuando la giró por las tripas de la virtualidad, mis amigos me preguntan que no es posible, que cómo le hago, que ya no hay cerveza en toda la ciudad, que el Diablo Fernández ya le cerró a la llave, que el Covid 19 ha secado las cantinas y hieleras de la ciudad, que padecemos una sequia criminal. Ellos me tachan de acaparador, pero yo tan solo necesito levantar al cielo una copa de espumosa cerveza para celebrar que hurgando en mis archivos periodísticos al fin encontré aquella bella entrevista con José Emilio Amores, un esteta novelable. Por que bien lo dice Gabriel Zaid, la producción creativa nos produce Alegría. Y yo preciso de una cerveza para celebrar que al fin encontré mi preciosa Crónica de un maridaje anunciado, que nos relata las glorias pasajeras de Lorenzo «El Magnifico», cuando se echó a la bolsa a Garcia Márquez y a toda la fauna de los periodistas en México, que le dieron lustre al Museo Arte Contemporáneo, hoy lagrimeando por no contar con la suerte de un delantero de los rayados. Ahhhhh…”La Señora del Yogurt…” ¡Saluuud! A todos los que aman la Vida y la Literatura. Cuantas veces lloriqueaba en mis horas de tedio por haber extraviado ese precioso texto que narra los afanes desbrujulados de un intruso cojiendo con la Señora del Yogurt en el Hotel Roosvelt, después de habérsela ligado en una Soriana…Ahhhh, levanto mi copa y a los cuatro vientos, mientras mis pupilas son acariciadas por el agua bendita de ese líquido ambarino, agradezco la Singular Alegría en que me veo flotando…