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CRONICA DE UN MARIDAJE ANUNCIADO…

CRONICA DE UN MARIDAJE ANUNCIADO…

ROBERTO GUILLEN
Enmarcados por la arquitectura de Ricardo Legorreta, el exitoso Lorenzo Zambrano y su poderosa cementera, prácticamente se echaron a la bolsa a la crema y nata del periodismo latinoamericano: el recinto es el Museo de Arte Contemporáneo, y es 3 de abril, la cita convenida para premiar a los mejores trabajos periodísticos, por la Fundación para un nuevo periodismo iberoamericano, presidido por el monstruo de la literatura contemporánea, Gabriel García Márquez.

Entre la concurrencia, Ramón Alberto Garza y Carmen Aristegui eclipsan a la marea de colegas enfundados en un involuntario uniforme: curiosamente la gran mayoría se enclochó lucir el clásico casimir en azul oscuro. Unas cinco docenas de comunicadores , entre fotógrafos y redactores , esperan ansiosos el arribo del “Tótem del Periodismo”, Julio Scherer García, quien resultó ganador en la modalidad de homenaje. Juntitos están Gilberto Marcos y Asaél Sepúlveda.

¿Y los políticos…?
Por su puesto, no podían faltar Felipito Cantú, Gerardo Garza Sada y “El Pájaro Martínez”, desde la primera fila afectan estar sumamente interesados en el prestigiado universo de los periodistas. Y al gobernador Canales también se le antojó dejarse ver en el MARCO, que Lorenzo “El Magnífico” si sabe conectar con el seductor Prestigio cosmopolita de ser periodista.Don Julio Scherer ha llegado y todos quieren tocarlo. Se desplaza con la parsimonia de un monje sin doctrina, sin amo y sin dogmas de atavismos tercermundistas. Un devoto que encontró en el periodismo “sin concesiones”, su disciplina espiritual. El Gestus de su rostro habla de Victoria, pero también de Batalla y otros episodios lastimosos en la Balsa de Gericault.Revestido con la templanza de un bendito, se deja tocar, abrazar y besar.Es el número uno y sin embargo su estampa la describe precisamente esa gran sapiencia: Humildad. Con singular estoicismo acepta la penosa e imperativa sesión de fotos: se convierte en el receptáculo de una metralla de flashazos.El tumulto de los jornaleros de la lente es inevitable.(La recurrente etiqueta de lo que vale la pena Escribir).Ahora toca el turno al autor de “Cien Años de Soledad”. Gabo viste un conjunto en color…¿ostión? Y se hace acompañar de su eterna y novelezca media naranja: Mercedez.El Nóbel colombiano brilla de éxito. La solvencia de su estampa, encantadoramente cosmopolita, lo exhibe como un hijo mimado de la Diosa Fortuna.Y sin embargo, el rictus de su rostro nos devela que la Gloria también fisura.Los fotógrafos también le “disparan”.
Flanqueado por sus guardianes de rigor, Lorenzo Zambrano ha llegado para saborear su “botín” estelar. Su risita de burgués exitoso es la respuesta monocorde para cualquier mosco-cristiano que se aproxime. Se yergue como el Dictatum de Oro, donde se posan las encandiladas pupilas trepadoras: El Dinero se ha convertido en la biblia de nuestros deseos.
Minutos antes del protocolo surge la figura ubicua de Carlos Monsiváis sin corbata. El también tendrá que treparse para compartir el escenario con un empresario de la Derecha. Discreto y silencioso como los gatos de su covacha libresca, se escurre entre la concurrencia. Más flashazos…porque Scherer abraza a García Márquez;García Márquez a Lorenzo Zambrano y Lorenzo “El Magnífico” a Scherer…siguen, siguen los flashazos. Al fin «suena la campana”, y Gregorio Martínez, ese guerito simpático lector de noticias del canal 2 local, los invita a tomar sus lugares. De tal manera que el Padrino Zambrano ha quedado flanqueado por el Premio Nóbel…y tal imagen nos exige pronunciar la frasesuca de rigor: los extremos se tocan. Ahi están, codo a codo: Las Letras y el Dinero. Y al instante nos viene a la cabeza aquel extraño libro que nos encontramos en la librería del viejo Vitaliano, La libertad del Dictador y sus perros fieles, donde García Márquez escribe un prólogo que lo exhibe con todas sus venas de comunista rabioso:
“… el arte de Ramírez Amaya es una trampa infalible para cazar gorilas, pasen a verlos, señoras y señores;entren a reconocerlos en este jardín zoológico de la fauna militar , descuartizados a pluma y tinta china, y exhibidos con las tripas al sol como la ropa puesta a secar en los patios de vecindad. A veces solo se les ven los colmillos. Casi siempre se les ve la mano de rapiña, recurrente y feroz, la extrema mano derecha de destripador que tira la piedra y esconde el cuerpo entero.No se nos revelan sus nombres ni sus rostros, pero los identificamos por su recóndito olor a mierda: son los gendarmes del imperio, los sirvientes de charretera y chafarote de la burguesía confabulada, hijos todos la misma madre que están transformando el continente en un laboratorio de infamias, inspirados en la utopía -honrosa- de que el antídoto del comunismo no es la inteligencia, sino el terror”

Pero hoy la Historia parece tener otro rostro, otro matiz,otro ritmo…además el gran Gabo ya luce añoso y con la punzante guadaña de una enfermedad.Su amor al periodismo lo ha conducido a tejer una alianza con el dueño de una tarántula-trasnacional…que cosas tiene la vida, Mercedez.

Las palabras protocolarias fluyen y Lorenzo Zambrano no se la cree; comparte el estrado con su antípoda, Carlos Monsiváis sin corbata, quien en todo momento procura no encontrarse con su mirada. (¿…?) Nina Zambrano se da vuelo cuchicheando al oido de Gabo: una inusitada postal para la historia de un Monterrey empequeñecido por sus medios mochos-provincianosde comunicación.
Ha empezado el besamanos, dos brasileños son premiados por realizar un reportaje sobre el Río San Francisco y el argentino Diego Levy por conseguir la mejor fotografía sobre la refriega callejera que derrumbó al inepto suegro de Shakira. El momento estelar es para el creador de la Revista Proceso y, obviamente,toca a Monsiváis dimensionar la tarea de Scherer:
“Apuesta su fe en el lector, y se opone a la tradición del periodista que hace como que informa, y del gobierno que hace como que se asombra de las notas que ha encargado”. Recuerda ese calamitoso 8 de junio de 1976, cuando los esbirrros al servicio de Luis Echeverría lo echaron de Excelsior.
Monsiváis al micrófono se yergue como la sombra que aboga por el periodista que confrontó al poder. Y como siempre, su ola de sarcasmos son tan refinados y raudos, que apenas una que otra mente suspicaz los atrapa en el vuelo. No obstante, gracias a su prestigio de intelectual, ve coronado su discurso con una ruidosa maquinaria de aplausos.
Ha llegado el momento para que Don Julio Scherer García reciba otro fruto más de sus 50 años de periodismo independiente. En su discurso no podía olvidarse de aquel 6 de noviembre de 1976, día en que surge la punzante revista Proceso:
“La cocina formaba parte de la redacción y era una cosa alquilada”, comenta con sutil regocijo.
“En esos días comprendí que la Lealtad es tan poderosa como el amor.Dicen que un amigo fiel no tiene precio, y yo digo que los judas tampoco”.El Tótem del periodismo mexicano se pronunció contra las fortunas labradas con el sufrimiento de millones y la flagelación de los niños.
“A los de abajo…ya les va a llegar ese momento en que el mundo global también les pertenezca”, puntualizó.
El Zar del Cemento no quiso hablar y el Nóbel tampoco.Se colgaron al cuello una cadena de guaruras…pero qué importa, los periodistas ya tienen Padrino. Jaa!
ABRIL 2002
REVISTA RONDA

Roberto Guillen

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