ROBERTO GUILLEN
Esa mañanita me disponía a Gozar un toque de ocio en El Cafelito de Monterrey, o tal vez abrir la marquesina de Netflix en mi laptop y disponerme a Gozar de un buen filme, en un estado de placentera Libertad…pero al traspasar la puerta me encontré con la mirada del Padre Chema, quien al instante me abordó con un enfático: «Sabía que te iba a encontrar aquí…nada más por eso vine al Cafelito, porque sabía que te iba a encontrar aquí. Siéntate con nosotros y conoce la situación por la que está pasando este matrimonio. Quiero que conozcas su historia».
Y la neta, al conocer de lo que se trataba, me invadió el espesor de una tristeza nubarrona que pintarrajea la realidad mexicana; que se mete a los hogares por medio de las pantallas de televisión con estadísticas y noticias de alarma. Tenía frente a mi, a los padres de Fátima Quintana, la niña que murió arteramente asesinada en el 2015, por tres de sus vecinos en el municipio de Lerma, Estado de México.
Ante el trágico suceso, Lorena Gutiérrez y Jesús Quintana, se mudaron a Monterrey para buscar otros horizontes y superar todo lo que implica un hecho que conmocionó a la sociedad mexicana.
Pero una vez más la tragedia volvería a visitar sus vidas, ahora en la persona de su hijo Daniel Emiliano, quien perdió la vida a causa de una negligencia médica, donde está involucrado el Hospital Universitario de la UANL.
Cuando creían que la familia retomaba la armonía y que todo fluía con normalidad, el joven de apenas 16 años y que cursaba la preparatoria, registro un fuerte dolor en el estómago. Del hospital materno infantil lo trasladaron al Hospital Universitario, donde sin hacerle un estudio de fondo, simplemente lo remitieron a un hospital psiquiátrico ubicado en la colonia Buenos Aires. Fue ahi donde le inyectaron una sustancia denominada Paroxetina, cuya dosis terminó por acabar con su vida.
«Algo le explotó por dentro», comenta don Jesús Quintana, al tiempo que extrae su celular y le muestra al periodista una foto donde su hijo expulsa un liquido sanguinolento por la boca.
La subrepticia historia sobrecoge al periodista. No sabe qué decir. Observa al Padre Chema y reconoce su apostolado. Sabía que era un hombre de Dios que le daba acompañamiento a quienes sufren el drama del Dolor, pero nunca se había observado en un encuentro con un matrimonio que ha sufrido el golpe de la tragedia. Le recomiendo que busque a Rosario Piedra de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Alguien tiene que responder por la muerte de Daniel Emiliano. Esto no se puede quedar así. Justicia para Daniel Quintana.
Lamentablemente amigo Roberto, hay mucha negligencia en los hospitales, hay están las mujeres de Durango, muertas por un virus. Que tristeza.