POR ROBERTO GUILLEN
Como reguero de pólvora corrió la negra noticia de que el Río La Silla había sufrido una descarga tóxica y, en consecuencia, flotaban muertas las mojarras y las carpas y las sardinas. Hasta el lugar de los hechos se movilizaron los activistas Armando Torres y Antonio Hernández, quienes constataron que una descarga de aguas residuales, proveniente de un contenedor de Agua y Drenaje de Monterrey, produjo el daño al único rio que atraviesa la mancha urbana de la metrópoli.
Ahora hay que presentar la denuncia ante la Profepa y buscar una sanción ejemplar para la paraestatal. Bien por los activistas guardianes de la madre naturaleza, bien por el colectivo Cascada y bien por la Asamblea Socio Ambiental, que tras ser informados por los vecinos del sector, se movilizaron para detectar que había dañado el cuerpo de agua que terminó por provocar la muerte de los peces.
Ejercicio ejemplar el de los ambientalistas, quienes reaccionan organizada y oportunamente. A continuación les presentamos la vena sensible de Sara L. Sánchez, amante del Rio La Silla y de la Naturaleza:
Éste es el río. ¡Mira qué bonito que es!
Tiene nombre y forma: se llama río La Silla, el único río vivo en el área metropolitana de Nuevo León.
Tiene forma: es una arteria grande grande que corre entre las calles de concreto y alimenta de vida todo a su paso.
El río es anónimo a pesar de tener nombre. Es tan bello que uno no sabe bien qué hacer ante tanta belleza; es como mirar al sol, su luz deslumbra, ciega.
El gran error del río es que no produce nada, solo vida misma. No produce dinero y no entretiene a las masas y, peor aún, no es de nadie, no pertenece a nadie, corre libre sin miramientos humanos. Es de todos.
En estos tiempos en que la vida vale muy poco y estamos acostumbrados a ver masacres y sangre correr y decapitados y baleados y quemados y desmembrados, el hecho de que el río sólo produzca vida nos parece insignificante.
Son tiempos desoladores, difíciles, insensibles, tristes.
Y ¿cómo explicar la vida si no es a través de la vida misma? De ahí que el nacimiento de un bebé o el contemplar un cachorro nos conmueva tanto. De ahí la gran lección del río, aunque no sepamos verla. Peces, crustáceos, reptiles, aves, flores, arbustos, árboles inmensos viven a través de sus aguas y nosotros mismos, a través de ese filtro que es, respiramos de su oxígeno y nos ayuda a mantener el ambiente menos contaminado.
Anoche fuimos testigos de un panorama desolador: decenas de peces, sardinas y tilapias, flotaban a las orillas de un río contaminado, de color turbio y olor a cloro.
Algún rufián descargó quién sabe qué cosas en las aguas del río condenando a muerte a la vida misma.
La cosa del río es que no tiene marcha atrás. Si yo me quiebro un hueso, voy al médico y en un mes estaré lista. Si me peleo con alguien, pido disculpas y entablo acuerdos y listo.
Pero el río no tiene marcha atrás. Llevará en su corriente la muerte, morirán peces y ranas y sapos y renacuajos y martines pescadores y tortugas y árboles y flores que en él confían.
Ayúdennos a hacer presión para que este hecho no quede impune.
Para que el dinero no valga más que la vida.