@guillenwriter
Ella era feliz con la mermelada de la Estética que le infundió el afamado Edward Weston, hasta… (como evocando el calamitoso «hasta que te conocí» de Juan Gabriel) que su Sensibilidad se estrelló con el delirante expresionismo de aquellos sombrerudos que reclamaban Justicia en el país de la desigualdad.
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Lo que Claudia Marcucetti nos brinda en Fuego que no Muere (Editorial Planeta) es una fabulosa enciclopedia-narrativa donde describe los afanes del Ecce Homo por urdir un Ideal, que termina por encontrar su acta de defunción en el «partido-dios»,llamado Stalin, ese «jefe de estado o estado jefe», cuyo poder absoluto convierte la existencia de los otros en una monstruosa sociedad de robots, acostumbrada a obedecer y callar.
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Como meros peones de un tablero llamado «Soviet» , Marcucetti nos describe con singular suspenso la intensa y enigmática relación entre Tina Modotti y Vittorio Vidali, el celebérrimo Comandante Carlos , protagonista del Quinto Regimiento. Ella queda marcada como la triste heroína del comunismo internacional, y él como un triunfal Sobreviviente, al que nunca lo abandonó la sombra de la ternura, y mucho menos el «Socorro Rojo».
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Me parece que en las primeras cincuenta páginas Marcucetti traza la narrativa de un Himno a la Belleza y Misterio de la Fotografía.Un ocultista interregno literario para los que están tocados con la Magia del Click. Una sutil poética, como un pasaporte a la eternidad, que emana desde la misma morgue, donde Armando Zárate,el curioso e intruso hijo del médico forense, descubre su primer encuentro con la Inmortalidad al ver en la plancha a la enigmática fotógrafa y «peligrosa comunista», Tina Modotti. Un hechizo de erotismo que lo persigue y nos perseguirá como un fuego que no muere a través de la narrativa marcucetiana. Es el viaje en un bruñido ejercicio prosístico, más allá de lo didáctico. Por el placer de leer. La Literatura como un intruso luminoso en los tétricos callejones de la historia.
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Italianíiissima Camarada. El corazón rojo del comunismo internacional . Tina Modotti frisando con una suerte de suicida camaradería poética: «Tina lo había sacrificado todo por el sueño comunista, pero también por él; salud, belleza, felicidad, amor y familia».
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Claro que también me sentí imbuido por los batallas homéricas de Ayax,el de tremolante figura y poderoso escudo. Como un hijo de Bakunin se transforma en Carlos Contreras, Enea Sormenti para burlar a la severa vigilancia:
«Fue así como Vittorio, por un breve momento de ese atardecer sin viento y a pesar de los grandes retos frente a él, se sintió invencible. Con la creación del Quinto Regimiento había vuelto a la juventud y, con ella, a la esperanza de que en sus acciones radicaba la posibilidad no solo de defender la República y detener el fascismo, sino de cambiar el rumbo de la humanidad. De esa esperanza suya dependía la esperanza de quienes lo rodeaban, de los de su generación y de las que le seguirían, pensó al brindar con la botella ofrecida por uno de sus compañeros».
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Tina y Vittorio
Vittorio y Tina
La italianidad como solar dignidad explosiva y como una salvaje terquedad que se atraviesa contra los demonios de la deshumanización.
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Advertencia: La narrativa de Claudia Marcucetti contiene una suerte de brujería hipnotizante que no te permite soltar el libro. Feliz comunista viaje