POR DANIEL BUTRUILLE
Las revelaciones de la publicación “Animal Político” sobre los mecanismos de desvíos de dinero del presupuesto federal, resultan devastadoras para el gobierno de Enrique Peña Nieto y sus 40 ladrones. Muestran que Javier Duarte en Veracruz, fue simplemente un buen alumno aplicando exitosamente un sistema desarrollado a nivel federal por maestros de la talla de Rosario Robles, Alfredo del Mazo y Emilio Lozoya, bajo la mirada benevolente e inspiradora del presidente. La élite del sistema dando muestras de cómo se asalta a un país, de cómo se burla de una sociedad completa y de cómo el uso del poder se puede aprovechar para fines particulares y para fines partidistas. Particularmente cuando en el sistema político, el voto se compra y que esto requiere muchos recursos. ¿De dónde sacar estos recursos para perpetuar el círculo vicioso? (para ellos virtuoso). Muy simple, del mismo presupuesto que tienen a su cargo. Es tan simple que bastaba imaginarlo para ejecutarlo. Crear empresas ficticias, usar universidades como escudos, y desaparecer miles de millones de pesos fingiendo realizar proyectos que nunca se ejecutan. Así se gobierna un país. Así se mantiene un partido en el poder. Con todo y los gritos de desesperación de la Auditoría Superior de la Federación. Por algo es tan relevante tener un fiscal carnal para proteger estas pillerías cobijadas durante 9 años. No se vale preguntar porque este país queda subdesarrollado y con altos índices de pobreza. No se vale preguntar porque este país muestra un grado exagerado de injusticia social y de desequilibrios económicos en su sociedad. ¿A qué horas se les ocurrió a los países occidentales invitar a México a integrar la OCDE? Supongo que porque necesitaban el alumno malo de la clase, que permitiría olvidar los errores y omisiones de los demás. ¡Con estas evidencias, ni bullying se necesita! Frente a estos insultos a una nación entera, no quedan más que dos soluciones, no alternativas. Las dos simultáneas. La solución jurídica, pelear hasta dónde se pueda para obligar lo que queda de justicia a actuar y a evidenciar su complicidad en caso de inacción, y la solución electoral. Correr los ladrones a patadas electorales, sin piedad, aún con el riesgo, como sucedió en Nuevo León de abrirle cancha a otro pillo. Habrá que darle de palo a uno tras otro. No hay otra solución. Pobre México, reducido a correr a los ladrones, antes que poder empezar a construir un país.