POR DANIEL BUTRUILLE
Ya casi terminada la labor de rescate (de vivos y muertos) salen a relucir los claroscuros del temblor del 19-S. Claros evidentes con la solidaridad espontánea de una ciudadanía que se volcó en ayuda de los damnificados y organizó un rescate muy eficiente (si bien algo desordenado) que permitió salvar muchas vidas. Y que sigue apoyando el rescate de pueblos de Morelos, de Puebla, de Oaxaca y de Chiapas. Los claros prevalecieron durante la primera semana, y tendrán efectos duraderos por la eficiencia de los apoyos privados organizados desde muchos rincones del país. Al mismo tiempo, una ciudadanía ofuscada por la poca eficiencia del sistema oficial empezaba a reclamar airadamente la ausencia de propuestas del sistema político. Cómo si el dinero fuera la solución a todos los problemas de ineficiencia (¿no será más bien la causa de los problemas?) empezó una subasta particularmente insultante de la partidocracia, incluyendo a ella Morena, para ver quien más podía devolver de las dadivas exorbitantes que reciben los partidos de un presupuesto que exprime a los ciudadanos para engordar a los partidos políticos. ¡Que si 20%, no mejor 50%, y por qué no, 100% de las partidas iban a ser devueltas al erario público en muestra de solidaridad hacía los damnificados! ¿A quién pretenden engañar? Los recursos destinados a las emergencias nacionales han sido paulatinamente rebajados durante los últimos años, al tiempo que las “aportaciones” a los partidos políticos iban en aumento. Peña Nieto y sus Secretarios de Hacienda, debidamente apoyados por un Congreso cómplice, han reducido el importe de la solidaridad pública para reforzar las capacidades financieras de los partidos políticos, y principalmente, las de los propios políticos. Que no haya hipocresía ni falsas declaraciones de un apoyo que se negocia en los corredores del Congreso. El pueblo ha sido solidario. Los partidos políticos son descaradamente falsos y aprovechados. Que no venga Enrique Ochoa con sus propuestas de cancelar el financiamiento de los partidos. Durante los últimos 12 años, el principal financiamiento de los partidos políticos sale directamente de las tesorerías de los gobiernos priistas en los estados. Que se atrevan a negar que el endeudamiento de Nuevo León, de Coahuila y de Chihuahua y de muchos estados más, fueron para abastecer las cajas electorales del PRI. Las elecciones se compran. Esto cuesta mucho dinero. Por algo Peña Nieto protege a Rodrigo Medina que fue uno de los principales soportes financieros de su campaña. ¿Qué pasaría si soltara la lengua un ex gobernador traicionado? Renunciar a financiamientos oficiales no es renunciar a los financiamientos no oficiales. Algún día, se conocerá la verdadera historia del dinero de la partidocracia. Y no será para celebrar la solidaridad con el pueblo damnificado. Honor a quien honor merece: la solidaridad del pueblo ha sido ejemplar. ¿Quién podrá capitalizar esto en el 2018? butruilled@hotmail.com