ROBERTO GUILLEN
Hasta el camerino del Café Teatro fuimos a meternos para conocer las vivas impresiones de Simón Petrikov, quien le da vida a las «Memorias de un viejo indecente», que inmortalizaron a Charles Bukowski, alias Henry Chinasky. Lo encontramos en plena faena de maquillaje, a cargo de su media naranja. También lo encontramos con ese gesto exultante del boxeador ávido por treparse al cuadrilátero. Por dos años Petrikov tuvo que cincelar un montaje, cuyo decurso vio interrumpido por la pavorosa pandemia, que también lo convirtió en estadística, pero logró salir del trance, y hoy luce vigoroso para darle vida al gran Charles Bukowski:
«Que la disfrutes Guillén, así despide el actor al periodista, para iniciar su momento de concentración.
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Henry Chinasky o un condenado a defender su dignidad a puñetazo limpio por las calles de Los Angeles.
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Bukowski, el poeta que hizo del alcohol su destino, triunfo y leyenda.
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Acompañado por una rústica máquina de escribir y la eterna compañía de cigarros, latas de cerveza y botellas de vino, el cuadro escénico nos habla de la soledad que significa el oficio de Escribir. La pocilga-taberna de Bukowski nos traslada con el camastro de Raskolnikov y con la buhardilla de Balzac. Un mundo de sordidez…mientras no llega la Gloria. Un mundo de sordidez…que es transfigurado por la piel de Eva. Entonces el borracho de Los Angeles se torna luminoso y flota en la ruta de un hedonismo sin etiquetas. El poeta descarnado como ese delirante San Sebastián, donde se clavan las flechas de una ciudad tiburona, la crudeza del frio invernal, el desprecio y el hambre. El poeta que encuentra su bálsamo y oasis en el Beso de Eva. Bukowski o el oxímoron de todos los alcoholes. «Bukowski o el placer onírico del alcohol».
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Petrikov nos presenta a un Bukowski dionisiacamente sardónico. Un poeta que encarna y sobrevive al drenaje social de su tiempo, sin antes meterse a una biblioteca y encontrarse con sus ancestros: Fante,Hamsum y Celine.
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La ternura ha muerto. En una sociedad de monstruos y máquinas nada más suicida que la ternura:
hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí dentro, no voy
a permitir que nadie
te vea.
hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero yo le echo whisky encima y me trago
el humo de los cigarrillos,
y las putas y los camareros
y los dependientes de ultramarinos
nunca se dan cuenta
de que está ahí dentro.
hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí abajo, ¿es que quieres
montarme un lío?
¿es que quieres
mis obras?
¿es que quieres que se hundan las ventas de mis libros
en Europa?
hay un pájaro azul en mi corazón
que quiere salir
pero soy demasiado listo, sólo le dejo salir
a veces por la noche
cuando todo el mundo duerme.
le digo ya sé que estás ahí,
no te pongas
triste.
luego lo vuelvo a introducir,
y él canta un poquito
ahí dentro, no le he dejado
morir del todo
y dormimos juntos
así
con nuestro
pacto secreto
y es tan tierno como
para hacer llorar
a un hombre, pero yo no
lloro,
¿lloras tú?
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