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SAMPETRINA Y REBELDE…

SAMPETRINA Y REBELDE…

Sí, soy sampetrina, pero no me interesa dejarme ver en las marquesinas de la frivolidad, mientras la injusticia campea en las mismas narices de la autoridad. Me cambió la vida cuando mataron a mi hermano en el Wall Mart de Gómez Morín. No tengo humor para tomarme una selfie como lo hace epilépticamente el planeta. Tampoco estoy amargada, más bien estoy encabronada. Cundo te matan a un hermano pierdes el miedo. De la piel y el corazón te surge una rabia inaudita que se estrella en la mediocre inoperancia de las autoridades; entonces, desde lo más profundo de tu dolor e impunidad surge un: ¿en manos de quién estamos? Y andas por la vida buscando pistas, comprando información, haciendo hipótesis, en síntesis, te conviertes en un aprendiz de Sherlock Holmes. Entiendo que la vida tiene que seguir. Entiendo que me estoy enfrentando a un pulpo mafioso que lo mismo está adentrito del mismo gobierno, que en las calles, en los bares, en las plazas, en las empresas y en el lugar que uno menos piensa.Pero no he encontrado la terapia para calmar mi Dolor. Esto no se puede quedar así. Porque resulta que la muerte de mi hermano no es la única. Porque con la misma arma que lo mataron, lo han hecho con otros. ¿Y quién denuncia? Nadie. ¿Quien habla? Nadie. Pobre silencio cómplice.

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Sí, soy sampetrina, pero no soy clasista. Soy sampetrina y no soy hipócrita. Soy sampetrina y detesto a las sampetrinas que hacen de la discriminación una consuetudinaria conducta cotidiana. Basta con espulgar los grupos de whatsapp para notar su lamentable lenguaje discriminatorio que suelen utilizar contra comunidades, como son los migrantes, a quienes tildan de “indios pata rajada”. Cuanta educación le hace falta a nuestra sociedad. Cuanta cultura por la diversidad y la inclusión. En ese sentido San Pedro es como un Ghetto, donde la discriminación y el desprecio por los otros es como respirar el mismo oxígeno. Bueno, les recuerdo que sigo encabronada. Porque me niego creer que mi hermano es una cifra más, aunque para los monos del poder, tan solo son eso, cifras, frios números, que con el paso del tiempo terminan por maquillar en el más triste olvido. Muchos me dicen que ya no le mueva, pero, pero y quién va a pagar por la muerte de mi hermano. Quién va a pisar la cárcel por este crimen.Qué políticos de mierda están involucrados en la muerte de mi hermano. Y si dejo de luchar y si lo dejo en el olvido, no les estoy dando la oportunidad y el permiso de que sigan matando gente en la más terrible impunidad.No. No quiero rendirme, además, a estas alturas me vale madre… que la muerte de mi hermano me ha convertido en otra Mujer. No se si sea más cabrona que antes, pero no les tengo miedo. No se que me pasó, pero no les tengo miedo. Me vale madre.Punto.

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Sí, soy sampetrina pero no pendeja. Tampoco me voy a lanzar como el borolas con acusaciones valinas. A parte, ya sabemos que el sistema judicial en México está bien podrido. Siento que si dejo de luchar por la muerte de mi hermano, me voy a convertir en una indiferente momia sampetrina. Siento que si dejo de luchar por la muerte de mi hermano, me va a dar por dejarme ver en las marquesinas de la frivolidad . Y yo no quiero dejarme ver con las idiotas de oropel en el Sierra Madre. No, yo no quiero aparecer en la CHIC con las momias de oropel. No, yo quiero seguir luchando por la muerte de mi hermano.
(Testimonio de la vida real)

Roberto Guillen

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