POR JAVIER LIVAS CANTU
Ser buen padre es mucho más fácil cuando hemos tenido uno que lo ha sido con nosotros. Significa haber tenido un padre que se preocupó más por cimentar una familia que por hacer dinero. Uno que le dio mucha importancia a la calidad de la educación sobre la cantidad de diversión. Más libros, menos tele. (Hoy más deporte, menos compu.) Alguien que tenía sus prioridades muy claras y la auto-disciplina para no distraerse con tonterías y superficialidades.
Un buen padre es un jefe, un líder y sobre todo: un ejemplo a seguir. Alguien a quien no le da pena mostrar el cariño por sus hijos y que está pendiente de que no se desvíen del camino del bien. Se ayuda a sí mismo en su tarea teniendo a sus hijos ocupados en actividades constructivas que generen buenos hábitos e interés por el trabajo y el estudio, y está listo para ser firme cuando observa desviaciones. Un buen administrador del tiempo. Sabe castigar, pero también perdonar y cuando la ocasión lo amerite administrar bien un sistema de premios. Cuando está gobernado por el amor, todo esto resulta extremadamente fácil de hacer. Cuando el amor no es la prioridad, hacer lo correcto y bien hecho se vuelve casi imposible.
Ser buen padre es una obligación y una responsabilidad personal, familiar y social. No es exagerado decir que las cárceles están llenas de muchachos que no tuvieron un buen ejemplo en casa. El mal padre es el causante indirecto de estas tragedias. El ruido que la sociedad genera se encarga del resto. El jóven queda totalmente indefenso, aunque no quiere decir que no deba asumir su propia responsabilidad.
El buen padre forma una alianza con la madre de familia. Juntos deben decidir muchas cosas, pero siempre hay un último responsable de que todo funcione y ese es lo que lo convierte en un verdadero jefe de familia. El buen padre tiene la inteligencia para que la famlia funcione como una unidad. En ocasiones ello significa que la familia completa participa atendiendo un negocio y se convierte en una empresa.
Los seres humanos traemos cientos de miles de años de evolución en nuestros genes. Esa es la sabiduría acumulada por la naturaleza o un regalo de Dios. Los genes son los que ordenan que ambos padres estén allí para proteger, querer y abrazar a los hijos. Para eso está hecho nuestro cerebro. Existen neurotransmisores para asegurar que estos episodios de amor y apoyo premien tanto al padre y a la madre como al hijo, generando lazos invisibles que duran toda la vida. Claro, también producen dolor cuando los padres se separan o se ausentan. El buen padre nunca abandona a sus hijos porque entonces la genética funciona en contra y el niño o jóven lo resiente y se descarrila más fácilmente.
Si los genes son nuestros aliados la red de redes puede también serlo o convertirse en nuestra enemiga. La sociedad en la era de la información se está convirtiendo rápidamente al mismo tiempo en la red de la confusión, la desinformación. Cuidado con extender la red del mal (la bautizo como the EVIL NET en inglés). Abundan las personas que deliberadamente atacan el orden natural, que tienden sus trampas para generar más personas destructivas como ellos. Son portadores de la infelicidad y la tratan de esparcir en todo el mundo. El buen padre tiene que luchar contra EVIL-NET como si fuera la nueva peste bubónica. Enfermar cerebros de niños y jóvenes con porquerías puede ser incluso peor, porque garantiza la multiplicación de los problemas a futuro. Una sociedad que admite y tolera el uso de drogas no puede ser una basada en ideales, sino en gozos temporales e inmerecidos. El buen padre debe proteger a su famliia de todas las desviaciones.
Quien acepta ser buen padre, está preparando a sus hijos para también serlos en el futuro. Esta cadena no debe romperse y si se rompe hay que reconstruirla a la brevedad. Nunca es tarde para retomar el papel de buen padre si se ha descuidado por cualquier razón. Solo hay que dejarse llevar por el instinto natural que todos traemos gracias que fuimos dotados de estos dones.
Todos somos producto de un orden divino. Nadie pierde si aceptamos que Dios es como el buen padre que siempre estará para ayudarnos a encontrar el ideal. Habrá quienes vean esta conexión, otros no; pero podemos estar seguros que jamás habrá quien reclame a otro por lo que haga para poder convertirse en un buen padre. Es un valor absoluto, como la justicia, el honor, la lealtad y la verdad.