POR ROBERTO GUILLEN
Esa mañanita me encontraba tecleando cuando la campanilla del whatsapp nos advertía de la invitación dorada que un financiero díscolo nos hacía para ir a disfrutar del futbol en un barecín de la ciudad.
“So good, so good”…dije para mis adentros, al tiempo que distribuía por todas las tuberías de la virtualidad la invitación que le extendimos al fotógrafo Aristeo Jiménez, a nuestro programa, El Contagio de la Imaginación.
Por lo que nos lanzamos a otear la pasión fanática que nuestro brother padece por el futbol, pero una pasión marinada con el estilo de unos cortes finos que se prodigó en una mesa que todavía lucía el letrerito de Reservado, cuando aterrizamos al sitio de la cruda realidad mexicana futbolera.
Uuuuuuu…ya tan rápido les están dando en la madre, tal fue el comentario con que saludamos a nuestro generoso anfitrión, que todavía no pasaba del minuto 15 y ya lucía los aires de un funeral por la derrota hartamente previsible.
Recuerdo que mientras iba en el metro, un extraño superávit de autoestima futbolera me decía que el Tri no era la potencia implacable, pero con esa fiebre para-religiosa del “si se puede”, tal vez los aztecas iban a seducir a la misma Sorpresa para levantarnos con el triunfo ante los poderosos teutones.
Es más, somos los hijos de la chiripada. Ya ven como Ulises el taimado pudo más que Aquiles. Y claro, me vino a la memoria la mano bendita de Maradona, cuando les birló el México 86.
Así que, para que no se me subieran las hormigas, a tan temprana hora del día, pedí una michelada con cerveza indio, mientras la meserita nos agasajaba con una feria de botanitas.
Como ustedes saben, los últimos 15 minutos del primer tiempo fueron de fantasía. Lo mexicanos le daban una trapeada a los alemanes, pero nunca la metieron. En esa diminuta fracción del tiempo me sentí elegantemente mexicano. Pero no la metieron.
Pareciera que el futbol latino imita las cabriolas de un caballo percherón, que juegan para gustar, pero no para ganar. Y pareciera que los teutones son dirigidos desde la inteligencia de un dron. Los once monos se desplazan sobre la grama con la magia de la robótica. ¿Futbol científico?
Después vendría el gélido chubasco del tres cero y de tan sólo aspirar a clavarles uno. Por cierto, un bellísimo gol que nadie celebró. Pensé que se iban a levantar y a gritar y palmotear sobre sus mesas, pero no fue así. En mi caso lo gocé más alla del mismo partido en cuestión.
En cambio,el financiero díscolo permaneció inmutable, mientras la chica nos descorchaba un merlot
Salú
Salú
Entonces empezó la feria de sarcamos por ese negro que traía pique con el chicharito. No habían pasado ni 20 minutos y los memes ya se surraban sobre el TRI.
“Mira, como trae el negro al Chicharito,” me dice el financiero mostrando la fiebre del whatsapp.
Una cascada de carcajadas me vino a tonificar con el tinto que estaba disfrutando, mientras una palabra ronroneba la sesera, blitzkrieg-blitzkrieg-blitzkrieg –blitzkrieg-blitzkrieg-blitzkrieg…