ROBERTO GUILLEN
Como si estuviéramos adentro del mismísimo filme Cinema Paradiso, aquella noche del 10 de diciembre fuimos bañados por una particularísima luz que ya se diluye en los días frigoríficos de un reinado llamado Netflix. Tal vez esa sensación nostálgica sea producida por la comuna de los inconformes que copa de vino-en-mano celebrábamos la proyección de mi documental: 4T-Militantes de a Deveras-4T.
En tierra de samuelitos desechables nos dimos el lujo de presentar a un puñado de conciencias que se resisten a ser incubados en los moldes de una vetusta política caciquil. Figuras que no vacilan en esgrimir la espada del Debate, como lo representa el abogado y activista, Ernesto Villarreal Landeros, en cuyo despacho se llevó a cabo la proyección de un documento visual que fue posible gracias a un celular de dos mil pesos y los nervios quijotescos de la misma Terquedad.
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¿Quién se llevó la noche?
Sin duda la noche se la robó mi camarada Blanquitta Guzmán, quien arribó acompañada de su inseparable Gabino y con un tinto en la mano. Aahhhh…que dichosa es la camaradería cuando nos hacemos acompañar de una botella de vino tinto. Nos envuelve la nube de un paraíso ambulante. Así llego también Sergio Medina. Con ese Estilo también llegó Roberto Flores. No se diga el colega Salvador…uuuffff, Enna preciosa mira en lo que has convertido a este periodista iconoclasta, en un Amante del Estilo…Ah, les decía que la noche se la llevó mi camarada, cuya rabia digna fue capaz de arrebatar los aplausos de los presentes. Ella que es una activista en ese rancio villorrio panistoide llamado San Nicolás. Ella que se convirtió en el bálsamo de todas aquellas mujeres huérfanas del desamparo cuando cerraron la fundidora en aquel calamitoso 10 de mayo de 1986. El sentimiento de una Mujer, convertido en una antorcha de la Dignidad…
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Esa noche también significó un trofeo para la Liga de Periodistas Carlos Monsiváis al posibilitar un escenario para las voces y perfiles de quienes fueron arteramente ignorados y desplazados por un pragmatismo atropellado. Hablamos de militantes de carne, hueso y eso que llaman Pasión, que hicieron suya la lucha del Tlatoani López Obrador, y que una vez llegada la feria electoral, son traicionados en su amor utópico, en su lucha de luchas, en su razón de ser. Como para terminar en el diván del psiquiátrico. A veces, en mis intermitentes circunloquios me asalta la peregrina idea de publicar una obra o ya de perdis pergeñar un artículo intitulado como El Psiquiatra de la Izquierda. Fuimos testigos de la onda tristeza que cubrió a los morenos militantes tras una traumática derrota. Que dicho sea de paso, me parece muy acertada la crítica de Villarreal Landeros cuando desde su filo discursivo remata: Fue una derrota deshonrosa…le apostaron al pragmatismo de una candidatura y como quiera perdieron….
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Que dicha la mía ver a mis camaradas de la Comuna, paladeando el documental- bañados por la nostalgia de un Cinema paradiso- y estrellando la copa. Que dicha compartir la noche con Miguel Jasso, Andrés Vela, Pack Zamora, Diana Cepeda, César Molina…qué dicha contar con la poderosa solidaridad de la Comuna…