POR MALAQUIAS AGUIRRE LOPEZ
La XXII Asamblea Nacional del PRI dejó en claro que el partido en el gobierno se niega a dejar el poder.
En una decisión meramente electoral, el tricolor modificó sus estatutos para abrir la oportunidad a personajes de corta militancia de poder competir por la presidencia de la República.
Nos referimos a José Antonio Meade y Aurelio Nuño, hombres cercanos al presidente Peña Nieto que, sin ser de los principales liderazgos priistas, avanzan en la carrera presidencial.
Dicha jugada representa uno de los últimos esfuerzos del PRI por mantenerse competitivo de cara al 2018, tras ser identificado como el partido con la peor imagen y simpatía en el país.
Si bien Meade y Nuño representan una nueva generación de priistas, ambos han sido fieles protectores del gobierno
corrupto e impune de Peña Nieto.
Además, es de destacar la postura de las principales caras del PRI. ¿Qué papel jugarán Miguel Ángel Osorio Chong, Manlio Fabio Beltrones o Luis Videgaray? ¿Dejarán pasar su oportunidad de competir por la presidencia de México o generarán un contrapeso para posicionarse? Es aquí donde se pone a prueba la institucionalización del PRI y la lucha por el poder político.
No lo olvidemos: el PRI es y será el mismo de siempre. No hay renovación. Son nuevas caras con las mismas prácticas e intenciones.
2018 está a la vuelta de la esquina y el PRI se niega a dormir. Acabamos finalmente con el dinosaurio que se niega a morir.
