ROBERTO GUILLEN
@Periodistta
Queridos lectores, ha llegado la hora de brindarle unas líneas a un personaje que no vemos en los flashazos cotidianos de la Cuarta Transformación; que no menudea entre los feibukazos,tuitazos y sombrerazos cuando se desbordan los apetitos por algÚn hueso presupuestal; nou, nou, nou…pero cuando se requiere hacer una aportación en metálico, no vacila en abrir la chequera de su Generosidad. Que ha estado presente en el sinuoso periplo lopezobradorista; que se ha tragado las derrotas y los fraudes de un sistema que hoy se arrastra en la extinción y en la ignominia de lo carcelario. Sí, hablamos del empresario Mario Fernández, el personaje solidario que arropó las causas del gran Nacho Zapata. Un empresario tocado por la Diosa Fortuna, que ha demostrado constituirse en una sólida Lealtad de López Obrador. Que no anda estorbando con ambiciones ni pretensiones mezquinas. Una figura que no pierde su tiempo en grillas baratas ni pleitos de vecindario.Que no vacila en atravesar sus propiedades para dinamizar el movimiento de regeneración nacional.Que escapa a la cegatona marea bipartidista que prima en el estado de Nuevo León. De mi parte, le debo un fraternal Gracias, dado que su Generosidad nos permitió contar con un caserón donde Nacho Zapata instaló la oficina de la otrora Alianza de Usuarios y servicios públicos, mientras que en la parte alta de la propiedad, un servidor tuvo la oportunidad de inaugurar la galería Siete Mangos, donde realizamos una serie de exposiciones para proyectar a los artistas de la ciudad. Recuerdo que en una ocasión, mientras trapeaba mi Galería Siete Mangos, llegó Alfonso Ruiz con un paquete de reconocimientos que la maestra Lupita Rodríguez me enviaba para entregarlos a nuestros artistas. Qué noches aquellas…y gracias a la sensibilidad humanista de un empresario regiomontano.